miércoles, 4 de noviembre de 2009

OPTIMISTAS CON REMEDIO

Hay buenas noticias en México? Parecería que todo es negativo, narcotráfico, problemas económicos, impuestos, secuestros, inseguridad, influenza… Podríamos continuar con una larga letanía de dolores de cabeza que sufrimos, hasta el punto de preguntarnos si vale la pena continuar adelante. De pronto, la vida te hace cruzarte con experiencias que inyectan una adrenalina espiritual a tu existencia, hasta decir: ¡Claro que merece la pena volver a levantar la cabeza y creer que México y los mexicanos podemos seguir adelante! no me refiero a una campaña azucarada de buenas intenciones sino a la cantidad de cosas buenas que descubrimos alrededor con sólo levantar un poco la cabeza. Permítanme compartir dos maravillosas experiencias.
La primera tuvo lugar el pasado jueves en las instalaciones de AMANC, la asociación mexicana de niños con cáncer. Ahí se dieron cita muchas asociaciones que, apoyadas por Fundación Azteca en los hasta ajora 53 Movimientos Azteca han hecho realidad sus proyectos, sembrando la esperanza, trabajando con entrega y espíritu de servicio, con la certeza de que juntos hacemos más.
La segunda aconteció en Malinalco, Estado de México, donde el pasado martes se puso la primera piedra de una residencia para que enfermos y ancianos que no tienen a nada ni a nadie, tengan un lugar donde ser tratados como personas humanas, y como hijos de Dios. Este lugar lo dirigen un grupo de religiosas, de la congregación de las hermanas del Buen Samaritano, fundada por Madre Irene, una monja española. Es emocionante ver a esta mujer de 82 años recorrer caminos para buscar corazones que se comprometan en apoyar a enfermos y ancianos en extrema pobreza.
Si no sabemos cómo recuperar el optimismo, Fundación Azteca y las hermanas del Buen Samaritano en Malinalco nos dan la respuesta. Ocupémonos más de los demás y menos de nosotros. Les aseguro que verán las mismas sonrisas y sentirán la misma emoción que yo sentí, al dar gracias a Dios por los 53 Movimientos Azteca y al ver el brillo de Dios en los ojos de la madre Irene. Porque la felicidad está en que nunca nos cansemos de hacer el bien.

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